Fernando Savater está en Arequipa, ciudad peruana que no conocía, pero de la cual se informó a través de Internet. Fue en Internet también donde revisó a primera mañana el diario El País y las primeras noticias del día. Invitado especial al “Hay Festival Arequipa”, el filósofo e intelectual español sostiene que gracias a Internet descubrió la danza del Wititi, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
-Yo no creo que Internet sea una amenaza. Como todo instrumento puede ser bueno o malo. Habrá gente que se entontece con Internet, como lo hacen algunos con la religión. Pero Internet es maravilloso.
Lo que Savater teme es que la gente se desoriente con tanta información, pero confía en que la educación se dedique a este tema: “Información nos sobra. Un niño ha visto más información que la que vio mi abuela en toda su vida. Hay que saber lo que es relevante, lo que es necesario, lo que es atroz…”.
Este hombre de 65 años, autor de libros como “Ética para Amador”, “Figuraciones mías”, “Ética de Urgencia” o “Diccionario del ciudadano sin miedo a saber”, confiesa que no usa las redes sociales para no perder tiempo, que lee blogs de sus amigos, que todo lo que escribe va para el papel y que siempre ha sido torpe con las cosas técnicas (pero la pasa bien con su iPad).
Savater habla a menudo con escritores y periodistas, jóvenes y grandes que le piden consejo. Lo hace con gusto.
-Yo he sido más periodista que otra cosa. A los 15 años dirigía la revista del colegio. Soy un consumidor de periódicos. El periodismo tiene una ética y una estética de la noticia que hay que conservar en tiempos donde está claro que los soportes en papel irán disminuyendo. Encontrar información hoy es un problema resuelto. Yo agarro mi iPad y me informo. El gran tema es lo que hace el periodista, el periodista organiza y canaliza la información, la estructura de la información. Es un trabajo necesario.
Un consejo frecuente que da el maestro se resume en una palabra: LEER.
-A escribir se aprende leyendo. Leer a buenos periodistas y escritores es la mejor manera de aprender. Todos hemos aprendido así, admirando a los grandes. La lectura es fundamental. Un estudiante de periodismo debe saber leer un periódico, debe saber comparar los titulares y entender la ideología del periódico.
No es necesario plantearle la pregunta sobre el futuro de los periódicos. Mientras comenta las noticias del día, el profesor de filosofía me lo dice sin anestesia, pero con la voz cálida:
-El diario en papel tiene el tiempo contado. Pasó con las enciclopedias. Yo tenía mi enciclopedia británica y estaba muy orgulloso. Pero hoy ya no es necesaria. Hoy la encontramos en Internet. Lo importante es que no se pierda el periodismo. El soporte no importa. Es inevitable entender que esto ocurre. Y cuando trabajas en un medio, y te das cuenta de los cambios, de la crisis de la publicidad, del coste del papel, te haces una idea de lo que pasará. Son indicativos. Quizás yo no vea esto, pero va a ocurrir.
Sobre la mesa tenemos café, agua y el libro “Figuraciones mías”. Le comento que me llamó la atención que en el prólogo “La penitencia del texto” hace una apología a la concisión, a la brevedad, a la palabra necesaria.
¿Los columnistas casi siempre quieren más espacio y usted no?
-Yo soy columnista y creo que es una de las cosas que mejor sé hacer, y lo digo con mucha humildad. Creo que cuando uno no sabe qué decir escribe mucho, algo larguísimo. Cuando uno sabe lo que dirá termina siendo breve, conciso. Ser breve te enseña a pensar mejor, a centrarte mejor. En el fondo gana el columnista. Cuando me dicen que me han quitado 20 palabras y yo reviso el texto me pregunto por qué no las eliminé bien. Siempre quedan muy bien esos recortes porque te dejan decir mejor las cosas.