A pesar del profundo proceso de digitalización que se ha desarrollado desde hace más de 10 años, el rol del papel sigue siendo imprescindible para administrativos y profesores, pero sobre todo, para los estudiantes. Se estima que entre libros, fotocopias, apuntes y material académico cada estudiante consume unos 40kg de papel al año.
El panorama universitario ha cambiado rápidamente en la última década. La implantación de modelos de aprendizaje que fomentan el esfuerzo constante y los entornos colaborativos, frente a la toma de apuntes y el examen final, ha transformado el método de trabajo de profesores y estudiantes. El campus online de las universidades se ha convertido en la herramienta en torno a la que gira buena parte de la vida del estudiante. También se han popularizado el uso de webs y aplicaciones que permiten contar con un repositorio al que los usuarios pueden subir sus apuntes para que otros se los descarguen. En sus archivos alojaban hace poco más de un año, más de 300.000 documentos que habían sido descargados en cuatro millones de ocasiones. Pero, una vez obtenido el contenido, ¿qué hacen los alumnos con él? En España ya se consumen 6,6 millones de toneladas de papel, un 5,6% más que el año anterior, el 22% del papel que se consume en España está destinado a actividades gráficas.
A pesar de los nuevos hábitos que surgen con la generalización de las nuevas tecnologías de la información, existen mecanismos insustituibles que siguen gozando de buena salud. Es el caso del papel, que sigue teniendo un lugar crucial en la universidad. Y es que hay un hecho indiscutible, refrendado por numerosas investigaciones: leer información en papel potencia el recuerdo de lo leído y también la concentración, frente al formato digital afirma Temel,empresa del sector de la impresión. Los estudiantes no son ajenos a este fenómeno y, aunque muchos toman sus apuntes directamente en ordenador (lo que les facilita la organización y poder compartirlos) siguen imprimiéndolos para estudiar, por la comodidad que conlleva la lectura en papel. Además, si bien es sencillo transcribir en ordenador una asignatura de “letras”, la cosa se complica sustancialmente cuando se trata de ciencias o ingenierías en las que abundan las fórmulas matemáticas y los símbolos. En este tipo de carreras, los estudiantes siguen acudiendo al aula armados de papel y boli.
Es por esto que la combinación de entorno digital y papel es la norma en la universidad. Aunque las colas que se forman frente a las reprografías de las universidades son menores que hace unos años, los alumnos siguen acudiendo a ellas para imprimir trabajos, fotocopiar apuntes o preparar material impreso para presentaciones. Las copisterías compiten ahora en rapidez, calidad y disponibilidad. También para ellas ha cambiado la forma de trabajar, recibiendo encargos online de sus usuarios, y funcionando con máquinas más rápidas y potentes que permiten obtener los resultados más precisos y con costes ajustados. Y los dos momentos del año con mayor volumen de trabajo son septiembre, con el comienzo del curso y la necesidad de aprovisionarse de material lectivo, y junio, con la llegada de los exámenes finales y el intenso intercambio de apuntes.