Aunque el 24 de enero celebremos la festividad de nuestro patrón San Francisco de Sales, la verdad es que los periodistas tenemos pocos motivos para estar de celebración. Nuestra profesión y aquellos que la ejercemos no estamos viviendo buenos momentos. La gran duda es hasta cuándo podremos resistir para poder seguir ofreciendo a la ciudadanía un periodismo de rigor y con un mínimo de calidad. Y es que los ataques externos e internos a la libertad de expresión y al derecho de la información son cada vez más frecuentes. Hemos pasado de ser una profesión con cierto prestigio a ser el blanco de las críticas, señalándonos incluso como cómplices del deterioro de la salud democrática de nuestra sociedad, cuando precisamente si todavía conserva ciertos valores democráticos es gracias a la labor de los periodistas y de los medios de comunicación.
Se nos podrá acusar de reiterativos, pero no nos cansaremos de exigir mejores condiciones laborales, ya que hasta que no consigamos erradicar la precariedad laboral predominante en nuestro sector, no será posible que los periodistas podamos ejercer con garantías nuestra labor profesional. Esto provoca que la calidad del producto final, el que llega a los ciudadanos, no sea en ocasiones la deseada, lo que a su vez acrecienta el desprestigio de nuestra profesión. Sin duda, una espiral muy peligrosa y contra la que luchamos día tras día, pero sin conseguir avances significativos. Además, ésta es la puerta de entrada del intrusismo, ya que está presente la amenaza de que si tú no lo quieres hacer por ese dinero, ya vendrán otros, aunque no tengan la titulación correspondiente, que sí lo harán, aunque la calidad de su trabajo sea ínfima. Eso sí, no podemos rendirnos ni bajar la guardia, ya que tenemos que intentar superar todos estos inconvenientes para honrar a nuestra profesión. Si no la defendemos nosotros, no esperemos que otros lo hagan.
Además, la polarización actual que sufre nuestra sociedad también nos está acarreando muchos problemas, ya que a veces nuestros políticos nos utilizan para atacar a sus contrarios. Es intolerable que representantes públicos nos digan cómo tenemos que hacer nuestro trabajo e incluso nos culpen de ciertos males y de la difusión de noticias falsas, cuando precisamente los medios de comunicación son los que menos colaboran en la proliferación de bulos. Y qué decir de las cada vez más habituales ruedas de prensa sin preguntas. Es injustificable que una persona que ostenta un cargo público se niegue a someterse a las preguntas de los periodistas. ¿Hasta cuándo vamos a permitir estas situaciones que van en contra del derecho a la información? Si a esto unimos el acoso que muchos periodistas tenemos que sufrir en las redes sociales por el simple hecho de hacer nuestro trabajo y las agresiones verbales y físicas que soportamos en actos multitudinarios como por ejemplo manifestaciones, el panorama es desolador.
Pero lo dicho, no podemos darnos por vencidos. Tenemos que intentar aislarnos de todos los males que nos acechan para desarrollar nuestro trabajo de la mejor manera posible, ya que éste es el camino para volver a recuperar la posición social y el prestigio que nunca debimos perder. Hagámoslo por nosotros, por nuestra profesión y por el bien de la sociedad en la que vivimos.
Pedro Lechuga Mallo
Presidente de la Asociación de Periodistas de León (APL)