Coincidiendo con la Festividad del Patrono San Francisco de Sales, la Asociación de Periodistas de León (APL) hace público un manifiesto que pretende remover las conciencias de la sociedad y de los poderes públicos con el fin de preservar la comunicación
independiente, única garantía del estado democrático y salvaguarda de la dignidad individual y colectiva.
Un llamamiento que se hace más necesario en este momento debido a que la crisis económica está golpeando con dureza a los medios de comunicación, propiciando un deterioro importante de la profesión periodística y, en consecuencia, de la calidad informativa en muchos casos. Deterioro que se está produciendo ante la indiferencia no sólo de las administraciones, sino también de los ciudadanos en general, tal vez inconscientes éstos últimos de que este envite les afecta directamente, porque socava su libertad.
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España, a la que pertenece la APL, ha hecho público un manifiesto bajo el título «Sin periodistas no hay periodismo». Parece una obviedad, pero encierra un mensaje del que la sociedad tal vez no sea plenamente consciente. La FAPE insta a los poderes públicos a que tome conciencia de que el hundimiento de la prensa afecta directamente a los cimientos de la democracia, por lo que se imponen ayudas públicas que permitan el mantenimiento del empleo y la innovación, que garanticen la supervivencia de las empresas y el trabajo, y que no se conviertan en una vía de financiación de recortes laborales y salariales.
Ayudas, añadimos desde la APL, que han de ser distribuidas con criterios de equidad y transparecencia, en aras siempre a propiciar la información veraz y el contraste libre de las opiniones. De otra forma, las ayudas representarían un fraude en la utilización del dinero público, de los impuestos que pagan los contribuyentes.
La APL rechaza que se pueda someter la deontología profesional a las leyes del mercado y se sacrifique en aras del entretenimiento, de la trivialización de los mensajes. La información puede ser entretenida pero no ha de ser en sí misma un mero entretenimiento. En ningún caso ha de confundirse y mezclarse la información con la publicidad comercial y la propaganda política. Por añadidura, lamentamos la existencia de programas televisivos en los que personajes-actores afirman sin rubor ser periodistas, desconocedores de los códigos éticos y deontológicos de la profesión. Y si los conocen, no los practican.
En este sentido, seguiremos reclamando que las ofertas públicas de empleo para cubrir puestos de periodistas exijan la titulación universitaria correspondiente. Comportamiento que hacemos extensivo a las empresas de capital privado.
En definitiva, la APL aboga por un pacto social que impida la sangría laboral de periodistas, respalde la supervivencia de los medios de comunicación y renueve el prestigio y la credibilidad del periodismo y de los periodistas como piezas garantes de la libertad. Nuestro trabajo como organización profesional estará siempre encaminado a colaborar en la mejora de las condiciones que redunden en beneficio del colectivo que representamos, los periodistas, y por extensión de las empresas e instituciones donde desarrollan su tarea profesional.
No ha sido 2011 un buen año para la profesión periodística y ha sido también así porque algunos colegas nos han abandonado cuando todavía tenían mucho que aportar. No podemos concluir estas líneas sin el recuerdo a dos grandes periodistas, miembros de la APL, Vicente Pueyo y Maite Almanza (Reiteramos públicamente nuestra condolencia, ya expresada en su
día, a sus familias y a sus compañeros del Diario de León). Igualmente hemos de recordar a Ángel Pablos, durante décadas corresponsal en Bembibre de varios medios de comunicación. Los fallecidos han dejado en todos nosotros recuerdos imborrables, impregnados por la profesionalidad, la camaradería y la generosidad.