Francisco de Sales, luego reconocido por la Iglesia como santo, vivió algún tiempo acompañado de lobos, no se sabe bien si acosado, como dicen algunos, o protegido, que en esto de las compañías no siempre está claro lo que parece evidente. San Francisco de Sales, franciscano de la zona de Saboya, fue perseguido por el calvinismo intransigente, al que no gustaban los escritos del monje, «controversias» que entregaba casa por casa, allá por los siglos XVI y XVII. No coincidir con el poder establecido deparaba más de un disgusto. En realidad nada nuevo ni tampoco que pueda tomarse ahora por viejo y obsoleto.
San Francisco de Sales fue contumaz en la defensa de la propagación de sus ideas, ansia de libertad de expresión que le llevaría a su reconocimiento como patrono de los periodistas. El 24 de Enero es la fecha que el Santoral dedica a San Francisco de Sales y no deja de ser un excelente pretexto para expresar algunas reflexiones ante la situación preocupante, cuando no crítica, en la que se desenvuelve el mundo de la comunicación. Una serie de factores, no sólo económicos, parecen confabulados en contra del ejercicio del periodismo en toda España.
El pasado fin de semana se entregó en Santiago de Compostela el I Premio internacional Aymeric Picaud a la italiana Carmen Pugliese . El galardón, materializado en un magnífico facsímil del Codex Calixtinus, de la editorial burgalesa Siloé, ha sido creado por la «Liga» de las ocho asociaciones de periodistas por las que pasa el camino de Santiago Francés. El objetivo ha sido doble: por una parte, recuperar los principios del periodismo –de ahí su lema, «por el conocimiento más periodismo»- y, en segundo lugar, premiar la labor de quienes defienden los valores del Camino de Santiago, reconocido por las autoridades europeas como primera ruta de la cultura del Viejo Continente.
El acto de la entrega del premio que lleva el nombre de un monje francés, Aymeric Picaud, al que se considera autor del «primer libro de viajes del mundo» por sus apuntes sobre la Ruta Jacobea, dio pie a reiterar la preocupación que aqueja a los profesionales del periodismo por la situación actual. Más de diez mil periodistas han perdido su empleo desde el comienzo de la crisis y lo peor es que no se ve una salida clara. Diversos aspectos parecen confabulados. A la crisis económica, derivada de drásticas reducciones en el mercado de la publicidad, se suma la incertidumbre por el modelo de comunicación. Internet y las nuevas tecnologías permitieron un mejor acceso a la información, con un coste tan reducido que los propios medios tradicionales no tuvieron problemas para sufragar su coste. El problema es que la fórmula del gratis total es insostenible.
A este cambio de modelo y de hábitos en el consumo de la información, se ha añadido un deterioro paralelo de la calidad. El presidente de la Liga del Camino de Santiago, Luis Menéndez, resumía el desolador panorama: Internet y las nuevas tecnologías permiten que la función de infomrar puedan estar en manos de cualquiera y por lo tanto, desligada de todo tipo de responsabilidad profesional y ética, además de producir una hiperinflación informativa».
El trabajo del periodista, añadía Menéndez, se ha deteriorado también por una serie de malas influencias y peores prácticas, como son el mercantilismo de la información, el partidismo, la frivolidad, el amarillismo, la incorporación del espectáculo a la información, el intrusismo, la precariedad laboral y la falta de reconocimiento al autor. Las redes sociales permiten que el rumor circule con patente de corso, que la falsedad sea moneda de cambio y, en definitiva, que nada sea lo que parece o que aquello que parece no sea siempre verdad. Esta falta de credibilidad contamina la percepción que el ciudadano tiene de la información, razón por la cual la solución económica no podrá emerger en los medios sin que previamente se produzca una apauesta por la calidad, con el consiguiente reconocimiento público. Llenar páginas con notas de prensa interesadas, que aportan instituciones y empresas en beneficio propio, sin contraste alguno y sin el obligado rigor, resulta barato pero aboca a los medios a la autodestrucción. Situación aún más grave cuando los espacios publicitarios son pagados para incluir propaganda, política y comercial, sin la preceptiva advertencia.
La APL, vinculada a la Federación Nacional de Periodistas de España (FAPE), desarrolla un papel activo en defensa del periodismo como profesión y de quienes ejercen este noble oficio, a pesar de los avatares negativos. Con el mismo fin las asociaciones de periodistas de Castilla y León han impulsado la creación del Colegio Profesional de Periodistas, en el interés de alcanzar una representación jurídica para la mejor defensa de la profesión. En definitiva ha llegado la Festividad de San Francisco de Sales de 2014 con nubarrones sobre periodistas y empresas, pero esa realidad necesariamente ha de ser pasajera y alumbrará un tiempo nuevo, de compromiso y tolerancia. De respeto mutuo y éxito.