El presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Miguel Ángel Noceda, hizo un alegato de la libertad de expresión y advirtió sobre el grave peligro que supone la desinformación para la democracia, durante la conferencia que ayer ofreció en el Club de Encuentro Manuel Broseta, en Valencia.
Noceda recordó el firme compromiso de la Federación que preside con la defensa del libre ejercicio del periodismo como pilar fundamental de la democracia, puesto de manifiesto en la Declaración de Santander, hecha pública el pasado 21 de mayo en la Asamblea general de la organización, y remarcó uno de los lemas de la FAPE: «Sin periodismo no hay democracia». «Para que una democracia sea plena es imprescindible que los ciudadanos puedan formar libremente sus opiniones y ser informados libremente de los asuntos de interés público para tener elementos suficientes para sacar conclusiones».
El presidente de la FAPE destacó la importancia de que la Constitución ampare la libertad de expresión y recordó que esa libertad «comprende la crítica aun cuando pueda molestar, inquietar o disgustar, requiere pluralismo y tolerancia. Pero no da poder ilimitado».
Los periodistas, «tenemos la obligación de transmitir información veraz de interés general y relevancia que llegue al ciudadano para que tome sus conclusiones y permita desarrollar otros derechos fundamentales», dijo.
Respecto a la profesión periodística, Noceda aseguró que padece muchos males, «quizás el más lacerante la precariedad laboral», y que esas malas condiciones laborales pueden explicar otras dolencias, empezando por la desinformación, que «es una amenaza para el periodismo y la sociedad, porque atenta contra la verdad. Una sociedad desinformada es una sociedad manipulable».
«Se trata de crear un clima generalizado de desconfianza hacia los medios que cumplen su función de ejercer un control crítico de los poderes y evitar los abusos que llevan al autoritarismo. Cuanto más los debiliten, menos control ejercerán y más se podrá manipular a la gente mediante mentiras, bulos, eufemismos y promesas falsas».
A todo ello se añaden las dificultades derivadas de la pérdida del monopolio de la intermediación entre los hechos y los ciudadanos que tenían los medios por la consolidación de las redes sociales. «El enemigo, créanlo, son las redes sociales. Pero el problema es que se convierten en un arma inconmensurable cuando los primeros que las utilizan, además, son los gobiernos», dijo.
Para Noceda, en la batalla contra la desinformación corresponde al periodismo desenmascarar la mentira y dejar luego que sea el ciudadano el que saque sus propias conclusiones. Pero esa lucha «no es solo una responsabilidad de los periodistas. Es también de los gobiernos, de los políticos y de las plataformas digitales como propietarias de las redes sociales. Y en última instancia, de los ciudadanos».
Entre los riesgos para el periodismo, el presidente de la FAPE destacó también la polarización, «que amenaza los valores democráticos y supone una clara pérdida de independencia al colocarse periodistas y medios en trincheras desde las que se defienden intereses partidistas» prescindiendo del principio de lealtad ante los ciudadanos y del derecho de información.
Por todo ello, dijo, hace falta impulsar una regeneración ética para recuperar la confianza de los ciudadanos. «Se impone hacer buen periodismo. Un periodismo que apunte a la excelencia y la coherencia ética, que fomenta el diálogo, la convivencia, el entendimiento, los pactos y no el que incita a la bronca y el odio».
Sobre los retos que enfrentar la profesión, Noceda señaló que hay que convencer a los lectores de que vale la pena pagar por los contenidos y lograr que Google, Facebook y demás plataformas paguen por utilizar los contenidos de los medios.
«La democracia necesita medios fuertes, rigurosos, independientes, plurales, medios que planten cara a la desinformación y contribuyan a recuperar un debate cívico de ideas y propuestas», concluyó.