Alrededor de 200 periodistas e informadores han sido asesinados en Siria desde que comenzó el conflicto, en marzo de 2011, y aproximadamente medio centenar están detenidos o secuestrados por las partes beligerantes, entre ellas grupos terroristas como Estado Islámico, según un informe de Reporteros Sin Fronteras (RSF).
El informe cifra en al menos 51 el número de periodistas profesionales que han sido asesinados durante estos años. Además, también han perdido la vida al menos 144 personas que ejercían el oficio sin ser su profesión, sin cuya labor sería imposible conocer lo que sigue pasando sobre el terreno.
A los datos sobre fallecidos se suma también que unos 50 informadores «están detenidos arbitrariamente en las numerosas prisiones sirias, son rehenes del Estado Islámico u otros grupos extremistas, o han desaparecido», ha advertido RSF en su informe, publicado con motivo del Día Mundial de los Refugiados.
La ONG ha recordado con estas cifras que los periodistas se han convertido en uno de los principales objetivos de la violencia durante el conflicto, del que han huido cientos de periodistas –profesionales o no–. Incluso en el exilio, muchos siguen temiendo por su seguridad, un miedo que se suma a las dificultades asociadas al mero hecho de ser refguiados.
TESTIMONIOS
RSF ha entrevistado a 24 periodistas en Turquía, Jordania y Líbano –principales países de destino de los refugiados sirios– y ha podido comprobar el temor de este colectivo a las represalias, bien sea contra ellos o contra los familiares que han dejado atrás, en territorio sirio.
«Las autoridades sirias detuvieron a una colega que trabajaba para nuestra revista. Bajo tortura, se vio obligada a revelar nuestros nombres después de que accedieran a su ordenador portátil. Muchos miembros del equipo de la revista huyeron del país y yo también lo hice», ha contado un redactor jefe huido a Turquía.
Al margen de la seguridad, estos informadores tampoco pueden retomar su trabajo en el país de acogida, ya que siguen teniendo limitada la libertad de movimientos por su incapacidad para obtener los permisos necesarios. Un periodista sirio en Gaziantep (Turquía) ha lamentado en estas trabas: «No puedo pedirle a un accidente de coche que se espere hasta que yo obtenga un permiso de viaje para cubrirlo».
En el caso de Jordania, los sirios con residencia legal y un
pasaporte válido pueden obtener un permiso de trabajo siempre y cuando el empleador afirme que el puesto requiere una experiencia imposible de encontrar entre la población jordana.
Estos requisitos pueden derivar en abusos, en la medida en que numerosas personas terminan trabajando sin papeles ni derechos. «He llegado a hacer jornadas laborales de 20 horas y a dormir en la oficina. Me sometieron a humillaciones verbales», ha recordado un periodista sirio refugiado en Jordania.
En Líbano, los refugiados sirios deben ser apadrinados por un individuo o una empresa del Líbano con el fin de adquirir un estatus legal, lo que se traduce en costes administrativos «desorbitados» o escasez de documentación. Una corresponsal de un medio sirio ha contado a RSF que está registrada como trabajadora agrícola.
La repercusión de la guerra Siria en Líbano también complica la labor de informar, ya que cualquier posicionamiento es visto con recelo. «La milicia Hezbolá me atrapó y me sometió a una investigación sobre mi trabajo. Me amenazaron, me dijeron que ahora estoy en el Líbano y que no debería escribir sobre ellos», ha explicado un redactor, en alusión a un partido-milicia aliado del régimen de Bashar al Assad