Un año y dos meses después de ser liberado, Antonio Pampliega sigue teniendo en los brazos las marcas de cuando se intentó quitar la vida en una celda custodiada por Al Qaeda. Fue uno de los tres periodistas secuestrados en Alepo en julio de 2015 por una de las ramas de este grupo terrorista en Siria. Pampliega entraba ilegalmente por enésima vez en el país para hacer su trabajo: contarle al mundo las atrocidades de la guerra. Pero esta vez, lo que iba a ser un viaje de trabajo de dos semanas, se convirtió en un secuestro de 10 meses. Este martes publica su nuevo libro En la oscuridad (Ediciones Península), en el que cuenta cómo vivió aquél infierno.
El reportero se sienta sonriente en el hotel Las Letras de Madrid dispuesto a rememorar, una vez más, aquél trágico episodio de su vida. Aunque cueste. Aunque sea doloroso. «Tengo compañeros que no han podido volver», cuenta a El HuffPost refiriéndose, entre otros, al periodista Jim Foley, decapitado por el Estado Islámico y a quien dedica el libro. Y por eso se ha decidido a contar su historia: «Sé la suerte que tengo. Soy un afortunado por estar aquí sentado». Tras pasar un año refugiándose en su familia y sin salir mucho en los medios de comunicación, Pampliega ha decidido que ya era lo bastante fuerte para contar lo que había pasado. «Ahora trato de retomar mi vida, disfrutarla y seguir haciendo lo que me gusta», asegura con una sonrisa.
Seguir haciendo lo que le gusta, sí. Periodismo pero no en Siria. «A Siria no volveré nunca más», asegura rotundo. Aún se le nota emoción en la voz cuando habla de aquellos días, sobre todo del tiempo que pasó sólo. «Los primeros meses tenía el apoyo de mis compañeros, que es fundamental. Además, el trato no era excesivamente malo, hasta nos regalaron un ajedrez», recuerda.