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En la pasada edición de la Feria del Libro de León, el periodista y ex – presidente de la APL, Francisco J. Martínez Carrión, realizó la presentación del libro «A la Plaza» un compendio de los cuadernos con las reflexiones de Estrada, propiciadas por el movimiento social 15M que se ha editado en formato libro.

En el acto estaban presentes su viuda, la periodista Esther Bajo y el también periodista Tomás Val.

En este enlace puedes seguir los escritos de Jose Luis Estrada:

Alaplaza

Esta fue la aportación de Martínez Carrión en la presentación del trabajo:

HOMENAJE A JOSE LUIS ESTRADA

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Feria del Libro de León. 29 de abril de 2012.

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Hablar de José Luis Estrada es hacer un largo recorrido por mi propia trayectoria profesional. Nos conocimos cuando yo tenía diez años y él uno menos. En 1968 los dos ingresábamos en el colegio de los dominicos de Almagro. Allí, entre aquellos paredones altos, fríos, húmedos y casi inhumanos para aquella edad logramos forjar una amistad y un compañerismo que nos ha acompañado durante toda su vida.

Los dos decidimos al unísono estudiar periodismo en Madrid y convencimos a nuestras respectivas familias para que hiciesen sacrificios económicos y nos permitiesen cumplir con nuestro sueño. Conseguimos becas que nos facilitaron los estudios, trabajamos como camareros en aquellos agradables veranos en el lago de Sanabria y terminamos la carrera en tiempo y forma. Aprovechamos aquellos años en Madrid para estudiar, pero también para divertirnos.

Yo me vine pronto a León, al Diario de León, y aquí me establecí. José Luis se fue a Zamora, donde comenzó su carrera profesional. Nunca perdimos el contacto y a los pocos años le pude ofrecer que se viniese a trabajar conmigo al Diario de León. Llegó a redactor jefe. Y fue uno de los mejores periodistas que jamás hayan pasado por la redacción del Diario.

En aquellos años se forjó un gran periodista: comprometido, valiente, sincero, creíble y con mucho prestigio. El periodismo de José Luis era un fiel reflejo de su personalidad: directo, sin dobleces, sencillo, honesto, libre y profundamente democrático. La hemeroteca del Diario está llena de excelentes reportajes, de análisis certeros y de denuncias sociales. Era una delicia trabajar con él. No había fronteras ni límites profesionales que no nos atreviéramos a asaltar.

Hasta que chocamos con los poderes fácticos tan presentes desde siempre en la realidad leonesa. Fue un magnífico trabajo de investigación y documentación sobre el uso productos ilegales para el engorde artificial del ganado destinado al consumo humano. Fue un escándalo mayúsculo. Aguantamos hasta donde pudimos. Pero la presión fue tan fuerte que, al final, no sólo dejamos de publicar aquellos artículos de denuncia sino que él fue despedido del periódico.

José Luis era como los juncos leoneses, se doblan por las adversidades pero no se tronchan. Con la cabeza bien alta y con su dignidad profesional inalterable se fue a Burgos a emprender otra gran experiencia profesional, basada en los mismos valores que ya había desplegado en León: Valentía, compromiso, inconformismo, rebeldía y capacidad de liderazgo. Allí aprendió, además, a navegar en las turbulentas aguas de la gestión económica, lo que completó su formación y experiencia. José Luis se transformó en gestor periodístico. Y supo combinar con éxito la gestión empresarial y el ejercicio periodístico. Fue un vendaval de libertad y de aires nuevos que revolvió la vieja y anquilosada sociedad burgalesa.

También allí los poderes fácticos segaron aquellos brotes verdes de libertad y democracia profesional. Y José Luis volvió a hacer su maleta para buscar nuevos retos profesionales. Tras una muy breve estancia en Salamanca regresa a León para dirigir La Crónica de León.

Su relación con La Crónica fue un cruel tobogán de amores y odios. En sus mejores momentos, los lectores leoneses disfrutaron de un José Luis maduro, en la cumbre tanto como gestor de empresas periodísticas como de director de periódico. Ahí quedan algunos de los mejores análisis sobre la actualidad leonesa convertidos en editoriales o en artículos firmados. Su pluma siempre fue de izquierdas, pero eso no le impidió analizar con independencia, equidad y credibilidad.

Lector infatigable, José Luis fue uno de los primeros analistas leoneses que hace ya unos años advirtieron de la necesidad de cambiar el modelo social y, sobre todo, el productivo. Ahí están sus artículos advirtiendo sobre el bloqueo del modelo hiperliberal.

José Luis fue el primer periodista que en León advirtió sobre la amenaza de los mercados y el error de su desregulación. En largas charlas de café me hablaba de filósofos franceses, de jóvenes economistas norteamericanos y de algunos premios Nobel que ya comenzaban a advertir la llegada de la gran crisis a Occidente y, sobre todo, a Europa. Su última etapa de La Crónica está llena de artículos lúcidos sobre la gran depresión económica y social que se nos venía encima.

Yo estoy seguro que su injusta expulsión del periódico y el inhumano tratamiento que tuvo por parte esos editores hicieron germinar la semilla del cáncer que le destruyó. Caiga sobre ellos todo nuestro desprecio.

Su última etapa, como periodista en paro, sirvió, sin embargo, para eclosionar al gran escritor y analista social y económico que José Luis llevaba dentro.

Fruto de sus reflexiones, meditaciones, análisis comparativos de miles de lecturas, investigaciones y descubrimientos salieron sus tres trabajos bajo el título general de “A la plaza”. Un excelente trabajo que va mucho más allá del movimiento 15-M, donde nunca le entendieron. Una monumental reflexión que no ha sido aún digerida por los leoneses. Pocas veces un periodista leonés ha abierto de forma tan generosa su intelecto para dar de sí lo mejor de su profesionalidad en beneficio de una sociedad que no lo acaba de comprender.

El libro que hoy presentamos es la herencia intelectual del mejor de los nuestros, de uno de los grandes periodistas leoneses a caballo entre el tumultuoso final del siglo XX y el desconcertante inicio del siglo XXI. Es una pena que su muerte repentina nos haya privado de su lucidez de pensamiento y de sus valientes planteamientos en busca de soluciones.

En estas páginas quedan sus aldabonazos, sus denuncias, sus propuestas de solución y su autocrítica. En este sentido, me quedo con una de sus últimas reflexiones sobre nuestra profesión como periodistas: “Es esencial – escribe José Luis- una auténtica revolución en los medios de comunicación, auténticas armas del poder corporativo en manos de despiadados grupos de presión”, a la vez que respaldaba el necesario individualismo de periodistas libres y comprometidos:

“He de romper una lanza –aseguraba- por los miles de buenos y, tal vez, ingenuos profesionales del periodismo que, día a día y casi siempre de forma anónima, pelean, sufren y mueren por la libertad de expresión. El código deontológico y la cláusula de conciencia son armas imprescindibles para esta lucha que hay que conseguir, pero ante todo, hay que comenzar por proteger a los ciudadanos de la manipulación y, para ello, hay que comenzar aplicando la transparencia informativa en casa. Es imprescindible que los medios de comunicación hagan públicas las cuentas de ingresos, detalladas, sobre todo, en publicidad. Al menos en España, saldrían a la luz de inmediato enormes cantidades de dinero proveniente de la financiación encubierta por parte de instituciones públicas, semipúblicas y privadas. También y puesto que los medios de comunicación presumen de ser un servicio público (y eso deben ser), tendrán que publicar los intereses empresariales y el patrimonio de sus empresarios y directivos”.

José Luis Estrada ha sido una víctima de esos despiadados grupos de presión que él denunció.

Muchas gracias

Francisco J. Martínez Carrión

Periodista

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