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Reproducimos el artículo de opinión del periodista Julio Grosso Mesa sobre la debacle de la profesión periodística.

Paro. Intrusismo laboral. Baja remuneración. Falta de independencia y de códigos éticos. Propaganda disfrazada de información. Banalidad.  Espectáculo. Falta de credibilidad y prestigio. Estos son nuestros mayores problemas, según el último Informe Anual de la Profesión Periodística. El periodismo español se encuentra hoy “en estado de emergencia laboral”. No se trata de un iceberg flotando en el horizonte. Es un glaciar completo amenazando nuestra línea de flotación. Y más allá, lejos de nuestro ombligo de periodistas, en el fondo del asunto, la amenaza de una sociedad “más pobre y cautiva”. ¿Qué nos está pasando?

Empecemos a leer por el final, por la contraportada. Recapitulemos. Todo parece empeorar hace un par de años cuando el Gobierno hace oficial la entrada de España en recesión. Entonces, la FAPE empieza a contabilizar en su Observatorio de la crisis continuos despidos de informadores en medios de todas las provincias. Desde noviembre de 2008 hasta ahora se acumulan más de 3.700 afectados, sin contar los últimos recortes. La crisis es una realidad que afecta también al periodismo español, que como el ladrillo, ha dejado atrás unos años felices, de insólita expansión, donde los propios constructores fundaban cabeceras como parte de sus grupos inmobiliarios y los políticos se armaban de asesores y gabinetes para defenderse mejor de los medios.

El penúltimo síntoma de nuestra debilidad es de sobra conocido. Telecinco cerró la cadena CNN+ para crear un canal Gran Hermano 24 horas a finales de 2010. Un atropello ético y laboral que dejó en la cuneta a 127 trabajadores del primer canal español todonoticias, creado en 1999 por PRISA y la norteamericana CNN. Su adiós evidencia la derrota definitiva de la información frente al espectáculo televisivo. El cambio radical de la actualidad por el reality, de la información rigurosa e independiente por el espectáculo de la realidad, la televigilancia y el voyeurismo

Probablemente, sea necesario, además, mirarnos ahora nuestro ombligo de periodistas, “hacer gremio” dice Elsa González, crear colegios profesionales, corregir nuestras desmesuras, sancionar el sectarismo periodístico y las malas prácticas de algunos “salteadores de caminos” que cuelan gatos por liebre y lamentablemente, reducir el número de Facultades que imparten Periodismo para ajustar la oferta a la demanda. Soy docente.

Por su parte, los directores de los medios también deben despertar del inagotable tsunami tecnológico que tantas reformas (y mareos) ha traído a sus redacciones y primar decididamente la calidad de los contenidos por encima de las sinergias mediáticas, los compromisos personales y políticos. Contratando a titulados, rechazando el intrusismo y prescindiendo de los estudiantes para maltraer –gratis- las labores de los profesionales.

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