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MANIFIESTO DE LA ASOCIACIÓN DE PERIODISTAS DE LEON (APL) ANTE EL DÍA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Sin periodistas no hay periodismo

Alguien podría pensar que el título que encabeza este manifiesto, “sin periodistas no hay periodismo”, es innecesario por obvio. Y sin embargo nunca como ahora la tarea del periodista ha estado tan cuestionada. El desarrollo tecnológico ha convertido a todos los ciudadanos del planeta en potenciales comunicadores, una circunstancia que aparentemente podría confundirse con la panacea de la libertad de expresión, cuando la realidad es que sólo la información rigurosa, elaborada con sentido ético, contextualizada y contrastada, permite responder al principio de veracidad sobre cuyo eje gira uno de los derechos fundamentales de las sociedades más avanzadas, las democracias.

Estos cambios, las circunstancias sociales y económicas que estamos viviendo, hace que tenga plena vigencia la reivindicación de la figura del periodista en el Día de la Libertad de Expresión, que el día 3 de mayo se celebra en el mundo. Recientemente la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, en la que se integra la Asociación de Periodistas de León (APL), hizo público un manifiesto que resumía algunas de las aportaciones en la Asamblea celebrada en Valladolid. Entre otros aspectos, cabe destacar el llamamiento realizado a los empresarios para que no desprecien y dilapiden el único capital que les garantiza el futuro: los periodistas bien formados, documentados y con un alto sentido de su responsabilidad social.

El colectivo profesional de periodistas está sufriendo los embates de la crisis con mayor virulencia que otros. Y es que a la crisis económica se ha sumado también la crisis de modelo. Las empresas de comunicación no han sabido responder a la crisis económica. Podría decirse que aún hoy se asemejan a boxeadores noqueados, que han perdido la visión del horizonte cuando no, simplemente, han caído en la lona. Cinco mil periodistas despedidos desde que comenzó la crisis es un balance suficientemente explícito de lo que está ocurriendo.

Y sin embargo, las empresas con mayor visión de futuro saben que su supervivencia depende de contar con redacciones experimentadas. El ciudadano reportero no suplirá el periodismo tradicional ni tampoco suplantará las redacciones de los medios del futuro. Las únicas dudas que existen en estos momentos estriban en el cambio del soporte y quién y cómo pagará ese servicio, puesto que la información bien hecha no es un producto barato y alguien tendrá que correr con la cuenta. Y es en este contexto donde gana valor la figura del periodista formado, capacitado para jerarquizar la información, cada vez más abundante, con sentido ético y deontológico de su trabajo. Estos valores, que tal vez ahora estén  bajo mínimos amparándose en la crisis, serán los únicos que salvarán a las empresas de información que aspiren a sobrevivir.

La supervivencia de las empresas tradicionales que lo sepan hacer bien no está reñida con una nueva realidad. Como acertadamente se ha dicho, se está atravesando la  línea que nos traslada de los medios de comunicación de masas a la masa de medios de comunicación. Cada vez son más los periodistas que experimentan su propio camino, unos por la necesidad de haberse quedado sin empleo y otros porque quieren explorar nichos de mayor libertad. Los periodistas podemos y debemos convertirnos en gestores de nuestros propios contenidos, apoyados en las nuevas plataformas de comunicación y en la capacidad de contactar con el usuario para responder a sus inquietudes informativas sin otros intereses ni peajes. Como fue subrayado también en la Asamblea de la FAPE, “el ejercicio del periodismo de acuerdo con las normas éticas refuerza nuestra credibilidad, dignifica nuestra profesión y sirve de freno a cualquier intento de los poderes de controlar y manipular la información”.

Reivindicamos también la figura del periodista como parte importante de la vertebración de la sociedad, al ser los depositarios del derecho de los ciudadanos para ejercer el control sobre los que gobiernan. La creación de los colegios de periodistas en España reforzará este papel de intermediación entre el poder y los ciudadanos. En este sentido, la APL ha reclamado que el futuro Colegio de Periodistas de Castilla y León, cuyo debate en las Cortes autonómicas comenzará en breve, preserve la exigencia de la titulación académica universitaria como única vía de acceso para la colegiación. No se pide mayor ni menor rigor que aquellas exigencias que contempla le ley para otros profesionales.

En definitiva, en el Día de la Libertad de Expresión es obligado que los periodistas seamos conscientes de nuestras culpas, porque también nos cabe una alícuota parte en lo malo, al igual que en lo bueno. El partidismo, el mercantilismo de la información, la frivolidad, la deliberada confusión entre información y propaganda de pago, unido a la precariedad laboral y al intrusismo, han conformado un campo de pruebas lleno de trampas en las que el prestigio social del periodismo ha caído tal vez más por omisión que por acción.

Reivindicar en estos momentos, por lo tanto, el papel del periodista para el periodismo del futuro parece, más que oportuno, una necesidad.

Fernando Aller

(Presidente de la Asociación de Periodistas de León, APL)

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