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Reproducimos el texto íntegro que Carlos Fidalgo ha escrito en su blog ‘Cuatro Lunas’ y que ha sido publicado en Diario de León, sobre la postura del Ministerio de Justicia de limitar las noticias sobre enjuiciamientos criminales que salen en los medios de comunicación. Una medida que ha sido muy criticada por la Fededaración de Asociaciones de Periodistas de España.

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CUARTO CRECIENTE


Anoche tuve un sueño muy raro. Soñé que caminaba por la calle y quemaban un convento. Soñé que me disparaban desde las azoteas. Y me escondía bajo los aleros. Después me desperté. Me levanté de la cama, aturdido. Miré por la ventana. Y las luces de la ciudad me tranquilizaron.

Volví a echarme en la cama. Me dormí de nuevo. Y soñé que me caía por un barranco y nunca tocaba fondo. «Esto es nuestra economía», pensé en sueños. Y me puso a dormir de costado.

Entonces soñé que alguien me perseguía. Yo corría y corría. Y no me movía del sitio. Pero mi perseguidor tampoco me alcanzaba nunca. «Esto es nuestra economía», pensé de nuevo. Y abrí los ojos, desvelado. Me puse a mirar los desconchones del techo. «Tengo que llamar al seguro del hogar», me dije. Y me dormí otra vez.

Tuve otro sueño muy raro. Soñé que me ofrecían entrar en política. Iba en una lista cerrada y me elegían diputado. Soñé que me reunía con el presidente del grupo parlamentario. «Lo importante es que nunca rompas la disciplina de voto», me dijo. Y yo intuí en qué consistía lo de ser político. Y me quedé blanco.

Me levanté a beber un vaso de agua. Me miré en el espejo. Y estaba pálido. «A ver si amanece de una vez», pensé. Y las luces de la ciudad ya no me tranquilizaron.

Al alba, me dormí de nuevo. Soñé que me despertaba. Soñé que me levantaba de la cama y desayunaba un café. Soñé que bajaba las escaleras de mi casa y salía a la calle. Y me acercaba al quiosco. Y le pedía al quiosquero mi periódico. Y el quiosquero, que no era el que yo conozco, me miraba raro, muy raro. «No distribuimos ese diario, señor», me dijo. Y yo le respondí que me llevaría cualquier otro y cogí el que tenía más a mano. «No busque información sobre el convento quemado», añadió el quiosquero. Y efectivamente, el periódico tenía un sello muy extraño en la primera página. «Visado por la censura», ponía.

Entonces, sí, la radio de la alarma digital me despertó. «Gallardón quiere prohibir a los periódicos que informen de los sumarios para evitar juicios paralelos», decía el locutor. Y pensé que seguía soñando.

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